miércoles, 8 de enero de 2020

El pecado de la imprudencia guayaquileña



Uno de los pecados capitales de los guayaquileños es ser imprudentes; si vestimos una camisa amarilla nos tildan de barcelonistas; si azul, de emelecistas; si verde, de pertenecer a Alianza País… estos colores se han convertido en discriminatorios, hasta podemos ser golpeados por usarlos inocentemente. Cuando alguien está delgado, por enfermedad o dieta, aseguran que es por el sida; si engorda por culpa del tiroidismo o colon irritable, se horrorizan. Si los de la tercera edad deciden oscurecerse el cabello y bigotes, preguntan burlonamente: ¿A qué se debe el milagro? Cuando usamos sombreros de paja toquilla para cubrirnos de las quemaduras del sol, nos dicen que parecemos turistas.

A quien por méritos consigue un trabajo bien remunerado lo califican de “palanqueado”; si tiene una novia o esposa bonita, de “suertudo”; cuando contamos que vamos a emprender un negocio, se convierten en aves de mal agüero; a los que lucen bien vestidos y portan alhajas, les lanzan la imputación:
“Está robando”; quienes recurren a cirugías plásticas faciales “quedan estirados” o “parecen momias”. 

Como se ve, ciertas personas caen como insensatos en excesos; es necesaria la virtud de la prudencia para armonizar libertad y responsabilidad.


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