lunes, 27 de abril de 2020

Los muertos vivos



La pandemia no deja de horrorizarnos, y al resto del mundo también, por los cadáveres que no se recogían en las calles, robos a los muertos en los hospitales, sobreprecios en los ataúdes, escandalosos sobreprecios de medicinas en las redes, muertos apilados sin identificación como racimos en los hospitales, muertos desaparecidos, ciudadanos que no le temen al COVID-19 en los barrios suburbanos y atacan a los policías con cuchillos, palos y piedras porque en toque de queda no los dejan jugar indor fútbol, jugar naipes, realizar bailes en los callejones con bebetorias… y en medio de este cuadro de dolor, que nos ubica como irresponsables y folclóricos, empiezan a aparecer los muertos vivos; solo esto nos faltaba.

A una anciana la dieron por muerta en un hospital de Guayaquil; sus familiares la lloraron, le hicieron la novena… pero después de unos días aparecieron los caraduras del hospital diciendo que “se equivocaron de muerto”, pues la anciana estaba viva y quería retornar lo más pronto posible a su hogar.

Sospechamos que por la punta se saca el ovillo, porque podría haber más muertos vivos, aunque sean pocos; a algunos muertos les cambiaron de nombre, es decir que enterramos y visitaremos a muertos que no nos pertenecen… ¡Qué lío! Hay bastante material para que cuentistas de hechos macabros redacten sus obras al estilo de Edgar Allan Poe.

De nuestra parte solo atinamos a decir con Rimbaud: “Cambiad la vida”.

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