El jubilado Cabrera está cabreado
por aquellos que dicen que los adultos mayores estamos en “la edad dorada”,
pues no todos los cuerpos son iguales porque acumulan enfermedades. El médico
le ha explicado que el cuerpo humano es como un carro que poco a poco se va
deteriorando hasta llegar al final.
Mi amigo Cabrera acepta esta
realidad, por eso atiende todos sus problemas de salud con médicos
especialistas, pero no piensa mucho en ellos porque dice que así empeoraría;
cumple con las citas médicas y toma las medicinas.
Trata de vivir como si hoy fuera
el último día, concurre a un centro de jubilados del IESS para compartir con
sus compañeros, ya que dice que en su casa no toman en cuenta sus opiniones, “no
le paran bola”, por eso busca el afecto de los de la tercera edad, con quienes
además interviene en un coro, hace ejercicios en el gimnasio, asiste a charlas…
Y luego que sale va a una cafetería para degustar una bebida y saludar con
quienes conoce; así dice que se mantiene vivo y saben que está vivo.
En casa suele leer los periódicos,
libros, ver los noticiarios, películas… mata al “mortal aburrimiento”; el éxito
de la edad vulnerable (no dorada para muchos) está en cuidarse y mantenerse
activo. En tiempo de coronavirus el amigo Cabrera no sale de casa, pero sigue
activo. Todas las edades en la vida encierran algún deleite.
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