Felícita era una emprendedora mujer que poseía un
cuerpo que entusiasmaba, unas curvas amplias y proporciones generosas, que
preparaba deliciosa comida criolla para mantener a su familia; todos querían degustar
los secos de chivo, de gallina, los caldos de pata, de bagre… Unos decían que
iban por admirar el regio cuerpo de la dama, otros porque ella les ponía sazón
a los alimentos; pero las malas lenguas de la mayoría afirmaban que con un
hueso de muerto, que había comprado, removía las comidas para vender mucho.
A doña Mariquita se le murió el marido. Después
de cierto tiempo tuvo que exhumar el cadáver; aprovechó la oportunidad para
tomar un hueso de su muerto para que la protegiera. El pueblo cree en el poder
del hueso de muerto.
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