lunes, 14 de octubre de 2019

La pordiosera que dejó dinero

Todos la conocían solamente como Herminia en un vecindario humilde de Guayaquil. Vivía sola en un cuartito y hablaba poco, a veces, no pasaba del saludo. Salía a las ocho de la mañana y regresaba a las ocho de la noche. Se encerraba. Nadie sabía quién era esta señora de más de sesenta años ni adonde laboraba.

Suponían que era una empleada doméstica porque traía un poco de comida y de vez en cuando ropa usada y unos tarros de lata vacíos. 
Cierto día, Herminia, no salió a las ocho de la mañana ni al segundo día tampoco. Al tercero, los olores nauseabundos alarmaron al vecindario, que llamó a la Policía. Los gendarmes derribaron la puerta…. y encontraron el cuerpecillo descompuesto, rodeado de unos veinte tarros de lata (que usaban los comerciantes para envasar manteca vegetal o de cerdo) llenos de monedas, constituían el tesoro que acumuló la solitaria pordiosera en tantos años. 

De anónima pasó a famosa porque los diarios destacaron la noticia, pero no se presentaron familiares a reclamar el dinero ni el cadáver.  


Gracias por haber leído este cuento, muy pronto te escribiré más.

#dinero

1 comentario:

  1. Nada nos llevamos a la muerte, tal vez la costumbre de ella era de pedir pero no sabía que hacer con ese dinero, por su ignorancia

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