Antonia
era una maestra universitaria muy versada, cumplida y severa. Los alumnos le
temían. Estaba felizmente casada y era madre de dos hijas. Practicaba lo que
predicaba. Como no hay nada seguro en la vida, con excepción de la muerte, su
matrimonio terminó por decisión de su amado esposo. Tenía cuarenta años.
En la cátedra universitaria, Antonia, se sintió atraída por un joven de veinte, blanco, de cabellos castaños, ojos claros, alto y delgado que la cortejó hasta llevarla a vivir en unión libre y procrear una hija. Sus alumnos, crueles como siempre, la apodaron la “come niño”. Diez años le duró esta alimentación. De 40 y 20 el amor no suele durar.
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