Josué
detuvo su taxi ante el llamado de dos jóvenes que le pidieron que los llevara
al Hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad social, IESS, a visitar a un
tío que se encontraba gravemente enfermo. Le suplicaron que los esperara 10
minutos porque seguramente se trataba de un caso de muerte y tenían que dar
aviso a los familiares.
Regresaron sin demora, los jóvenes, muy apesadumbrados y expresaron que los condujera a un callejón del Guasmo Sur, donde les iban a proporcionar el dinero para pagar los funerales… El conmovido y confiado taxista perdió el carro, el dinero del diario y hasta los pantalones porque los hábiles ladrones lo dejaron en calzoncillos, amarrado de pies y manos y con esparadrapos en la boca.
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