Cada cierto tiempo se pone de moda hablar de León Febres
Cordero, expresidente de la República, 1984 - 1988, quien tenía fama de ser un
bravo guayaquileño que “no se ahuevaba” ante nadie, como públicamente lo gritó,
ni ante los cargadores de cacao del barrio donde vivía cerca de Las Peñas, ya
que muchas veces de joven se trompeó con ellos y salió victorioso cuando
defendió a sus hermanas de los amorosos acosos de aquellos fuertes y musculosos
hombres.
La historia guarda el tesoro de la verdad: dos veces confesó
a la prensa que sí tuvo miedo; la primera, cuando los médicos especialistas le
diagnosticaron que era portador del cáncer, que según él era sinónimo de
muerte, entonces enfatizó que el miedo es propio del ser humano y miente quien
dice que nunca lo ha sentido; ante tal circunstancia dejó como herencia esta
histórica frase: “El valor no consiste en no tener miedo, sino en sobreponerse
a él”.
Aceptó también que sintió miedo en Taura, cuando fue
secuestrado por militares, pero igualmente se sobrepuso y no se dejó matar
estúpidamente ante el peligro, pues tres de sus hombres de la seguridad cayeron
muertos víctimas de los comandos; afirmó que aunque se diga lo que se quiera,
jamás se inclinó y mantuvo su posición de presidente de la República hasta el
final, es decir terminó su periodo para el cual fue elegido en los tormentosos
tiempo de inestabilidad política.
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