miércoles, 11 de marzo de 2020

Un socialista que tenía dinero, leía la Biblia y veneraba a los “santos del espíritu”



El lojano Manuel Benjamín Carrión, fundador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, premio Benito Juárez, tenía mucho dinero por su cuenta, además le dejaron las fortunas sus hermanos Rosario, Clotilde, Filomena y Clodoveo. La esposa, Agüeda María Eguiguren, heredó parte de la fortuna de su padre.

Lector apasionado de Historia, Literatura, Ensayos, Poesía… y también de la Biblia. Decía que aprendía mucho de ella. Las coleccionaba. Tenía algunas ediciones preciosas.

Con la publicación de San Miguel de Unamuno, inició Benjamín Carrión sus ensayos biográficos-críticos dedicados a grandes figuras, como Gabriela Mistral y José Carlos Mariátegui, cuyas altas calidades humanas y espirituales los colocaban en una especie de santoral laico del pensamiento, dignos de la veneración de los fieles de las expresiones de la inteligencia.  Eran quienes mejor habían cumplido con la causa esencial del hombre: servir. En cambio, a Gabriel García Moreno le dedicó la biografía: El santo del patíbulo.



El martes 24 de mayo de 2011 fue develada una escultura de bronce de este escritor en la Plaza Santa Veracruz, ubicada en el Centro Histórico de la ciudad de México, donde aparece sentado ante una mesa jugando ajedrez; junto a la estatua hay otras mesas y sillas para que los visitantes descansen o también jueguen ajedrez.   Al lado está una frase de Carrión: “Seamos una potencia de cultura porque para eso nos autoriza y alienta nuestra Historia”.

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