Mariana de Jesús Paredes y Flores
(1618-1645) fue la primera ecuatoriana en ser canonizada por la Iglesia
Católica. Cuando tenía diez años de edad tomó los votos de pobreza, castidad y
obediencia. Llevó posteriormente una vida de ayuno y austeridad.
Mariana de Jesús fue reconocida
por curar a los enfermos y devolver la vida al menos a una persona. El terremoto
de Quito de 1645 devastó a la ciudad, seguido de una epidemia. En medio de la
catástrofe, Mariana ofreció su vida a Dios a cambio de los demás y murió tres
días después; la leyenda cuenta que una Azucena brotó de su sangre y por esta
razón es recordada como “La Azucena de Quito”.
Es el símbolo religioso de la
ciudad de Quito venerada en la hermosa iglesia de La Compañía, donde también se
encuentra la Dolorosa del Colegio.
Los otros santos del Ecuador son
El hermano Miguel y Narcisa de Jesús Martillo Morán, quien inspirada en la vida
de Mariana de Jesús, se dedicó a catequizar a los niños.
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