Mi nombre es César Burgos Flor. Este es un espacio de opinión acerca de política, literatura, historia, educación, deporte, con el objetivo de compartir mis experiencias periodísticas con ustedes, que de hoy en adelante los llamaré mis interamigos.
"La escritura es un mecanismo para desfogar y escribir cosas bellas", Mónica Varea.
El castillo Espronceda fue construido en 1930 en el barrio
del Astillero, en las calles Eloy Alfaro y Venezuela, en la zona del centro sur.
Ahora es un edificio patrimonial que será utilizado para diversas dependencias
municipales. Tiene 90 años de existencia, la familia de apellido
Espronceda-Peribonio, fue la última residente del inmueble, salió del
lugar tras cederlo al Municipio de Guayaquil. Luce dos
escudos nobiliarios y, según lo demuestra su distribución interna, fue
construido principalmente como un condominio departamental, con columnas de
hormigón, espaciosas habitaciones y altas paredes de ladrillo; el viento
ingresa fácilmente por sus ventanas.
El segundo castillo pertenecía al extinto médico José Ala-Vedra,
tiene 58 años, levantado en 1962 en las calles Colón y García Avilés, zona de
gran comercio, cerca de la populosa Bahía (centro de la ciudad). La fachada
luce cuatro blasones nobiliarios, escudos familiares, y en su parte baja
aparecen formas en bloque de piedra rústica y en el resto hay adoquines
pulidos. Actualmente es una propiedad horizontal.
El tercer castillo pertenece al doctor José Castillo Celi,
quien lo ocupa. Lo construyó en 1981, hace 39 años, en la ciudadela Kennedy Norte.
Es de tipo medieval formado con grandes piedras, tiene cuatro torres, dos cañones
y en las puertas exteriores están plasmados dos escudos de armas, es de dos pisos.
Estos tres castillos siempre llaman la atención de
nacionales y extranjeros que preguntan por las historias y leyendas que los
caracterizan.
Montalvo murió en París el 17 de enero de 1889. Sus amigos
Agustín Yerovi y Clemente Ballén desatendieron el pedido que les había hecho
nuestro profundo y elegante escritor de llevar sus despojos al cementerio de
Montmartre. Acudieron a un embalsamador. Contrataron una misa de cuerpo presente
en la iglesia San Francisco de Sales y la ocupación temporal de una
cripta.
El cadáver permaneció cinco meses en el extranjero. La
vuelta fue posible por intervención de la Sociedad Republicana de Guayaquil,
que envió a Clemente Ballén el dinero recogido para que los restos mortales
fueran trasladados en barco. El 10 de julio de 1889 llegó el cadáver a
Guayaquil; pero por orden del arzobispo de Quito, monseñor Ignacio Ordóñez, la
iglesia se opuso a la realización de las honras fúnebres y a la inhumación de
los restos en el cementerio de la ciudad, porque el escritor no se confesó. Los
fuertes reclamos del pueblo y la autoridad del general Reinaldo Flores,
comandante del distrito, se impusieron para el homenaje en una capilla ardiente
del cuerpo de bomberos La Unión.
El 12 de julio se efectuó la traslación al cementerio de
Guayaquil a la bóveda 469. El epitafio decía: “A Juan Montalvo. Unos
guayaquileños”. Ahí permaneció el ataúd casi 43 años. Por decreto de la
Asamblea Nacional 1928-29, fue trasladado a Ambato, cuna de su nacimiento, el
11 de abril de 1932. La despedida fue multitudinaria, similar a la de su
arribo. El tren que llevaba el féretro recibió saludos y flores en todas las
estaciones, tanto del litoral como de la sierra.
Julio confesó que había grabado todo tipo de música, pero
que prefería el bolero y los pasillos costeños. J. J. conmovió, y lo sigue
haciendo, identificando sentimientos, transmitiendo romances, evocando amores
imposibles. Acrecentó más fama cuando grabó la criolla Nuestro Juramento, del
portorriqueño Benito de Jesús, en ritmo de bolero con arreglos de Rosalino
Quintero, que lo dio a conocer en todo el continente como cantante en 1957. A
través de sus épocas lo grabó varias veces, una con la orquesta del chileno
Vicente Bianchi; otras, solo con el acompañamiento de guitarras. En México, la
cantó y grabó con trompetas, bandoneón y violines.
Benito de Jesús siempre manifestó su agradecimiento, ya que
por J.J. la canción alcanzó gran popularidad. El portorriqueño es compositor,
además, de otros boleros: La copa rota, Sigamos pecando, De rodillas...
Discos Ónix por intermedio de Fausto Feraud Aroca enviaba a
la disquera Peerles, de México, los éxitos de J.J., pero no despertaron el
interés de la empresa. Feraud sabía que la voz de J.J. era valiosa, por tanto,
no se dio por vencido. Hizo editar por su cuenta 5.000 ejemplares en México
para promocionarlos en las emisoras de ese país. La aceptación del público fue
grandiosa.
Gracias a Nuestro juramento, el Ecuador se hizo más conocido
en el continente. Consideraba J.J. que Nuestro juramento era su mayor éxito
disquero y que el público recordaría siempre esa canción.
La Asamblea Constituyente que se reunió en Riobamba, el 14
de agosto de 1830, aprobó el 11 de septiembre del mismo año la primera
Constitución y nombró presidente a Juan José Flores.
Acordó, además, rendir grandes honores al Libertador, pues,
lo proclamó Padre de la Patria y Protector de Sur de Colombia. Se declaró
fiesta cívica cada 24 de julio, día del natalicio, se ordenó la colocación del
retrato en las oficinas públicas. Se recogieron por suscripción popular seis
mil libras esterlinas para enviárselas.
Se ratificó la carta del 27 de marzo de 1830 en la que los
padres de familia le invitaban a venir “a esta tierra que le adora”, “a tomar
asiento en la cima del soberbio Chimborazo, adonde no alcanzan los tiros de la
malidicencia, y a donde ningún mortal, sino Bolívar puede reposar con una
gloria inefable”.
Ciertos
pasillos son poesías. Sombras es una poesía de la mexicana Rosario Sansores (1889-1972).
A esta poesía, que la escribió la autora cuando estaba enamorada, le puso música
el pianista Carlos Brito Benavides (1891-1943), natural de Uyumbicho, cantón
Mejía, provincia de Pichincha, en 1934.
El pasillo
es famoso internacionalmente porque lo grabaron los grandes de la música: Lucho
Gatica (chileno), Chavela Vargas (mexicana), Alfredo Sadel (venezolano), Olga
Guillot (cuabana), Manolo Corrales (español), José Feliciano (puertorriqueño),
Raphael (español), Blanca Rosa Gil (cubana), Carmela y Rafael (mexicanos); también,
nuestros compatriotas Julio Jaramillo, los hermanos Miño Naranjo, Carlota
Jaramillo, Olimpo Cárdenas…
La
inspirada poeta Rosario Sansores nacida en Yucatán, Mérida, está sepultada en
un cementerio de México DF; en la lápida de la tumba consta la figura de un
libro en el que escribieron los versos de su famoso pasillo Sombras.