El expresidente ecuatoriano
Vicente Rocafuerte (1835-1839) fue quien manifestó que el pueblo era
indisciplinado y por eso imponía el orden con la “ley del garrote”; 181 años después
los policías metropolitanos la siguen aplicando con los vendedores ambulantes
cada cierto tiempo.
Estos servidores municipales han
empleado nuevamente la violencia con dos vendedores de frutas que en su carretilla
ofrecían la mercancía en zonas prohibidas por las ordenanzas municipales; los
golpearon, arrastraron y les quitaron su material de trabajo, en lugar de
haberlos convencido por las buenas maneras de que debían retirarse a otro lugar
para seguir trabajando, pues hablando se entiende la gente.
Es el cuento de nunca acabar, ya
que estas escenas también han ocurrido otras veces con los vendedores de jugos
de coco, a quienes les han regado los baldes en las calles, lo que ha traído la
inmediata reacción de los vendedores que han sacado a relucir cuchillos para
tratar de defenderse; a otros les han incautado sus charoles llenos de dulces.
Las acciones violentas de los metropolitanos han empobrecido más a los
vendedores ambulantes, quienes a veces tienen que prestar dinero con intereses
para comprar los productos. Proliferan los vendedores, ahora también venezolanos,
porque en el país hay desempleo y los que no quieren robar buscan ganarse el
pan de cada día honradamente.
La alcaldesa Viteri ha
manifestado que hay que volver a entrenar a los metropolitanos para que no
cometan anomalías, que convierten a las calles guayaquileñas en un deprimente
espectáculo; ojalá así sea, pues la “ley del garrote” pertenece al pasado.
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