Fue el primer edificio de hormigón
armado que se construyó en Guayaquil en 1886, se incendió en 1896 y lo
reconstruyeron entre 1902 y 1905 (es un edificio patrimonial actualmente); nadie
quiere entrar ahí porque aseguran que penan.
Muchas personas de la vieja
guardia, recuerdan el lugar porque ahí pagaron sus condenas avezados
delincuentes, que llenaron las páginas de las crónicas rojas de los matutinos y
vespertinos: Víctor González Navarro, el Comemuertos, que profanaba tumbas en
el Cementerio General; Enrique Lituma, el Hombre rata, famoso por cavar largos
túneles para tratar de escapar o robar en los locales comerciales; Samuel
Álvarez Guerrero, Chico silencio, hábil para vengarse con el cuchillo o robar.
Muchos vecinos del lugar del
terror manifiestan que los espíritus penan porque se oyen gritos desgarradores,
quejas, llantos… Lo corrobora el interesante ensayo Celda Carcelaria, del
periodista Justino Cornejo, que en 1953 investigó los horrores de esa prisión
y, además lo que le contaron los presos acerca de los asesinados que penaban: “Aparece
un personaje y cuando uno se acerca se esfuma”, “A mí me cayó cierta noche un
muerto encima”, “Muchas veces hemos oído a Enrique después de que lo mataron a
puñaladas en una celda” … La gente del pueblo siempre ha creído en apariciones
de muertos.
En estos tiempos, han tratado de
darle vida a la muerta cárcel municipal con proyectos que luego abandonaron.
Intentaron crear un hotel para que se alojaran los familiares de los enfermos
que se asilan en el Hospital Luis Vernaza, pero todo quedó en ofrecimientos;
parecieran que temen a los espíritus que penan aún.
No lo sabía.. Ya tengo algo nuevo para contar
ResponderBorrarGracias por leer, transmítelo.
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