El muy macho Vicente Rocafuerte le temía a Manuela Sáenz porque consideraba que “las mujeres son las que más fomentan el espíritu de anarquía”.
Así justificó el presidente Rocafuerte, en carta del 29 de octubre de 1935 a Flores, el exilio de Manuela Sáenz en Paita: (…) “Madame de Stael no era tan perjudicial en París como lo es la Sáenz en Quito, y sin embargo el gran Napoleón que no veía visiones y estaba acostumbrado a encadenar revoluciones, la desterró de Francia; el arzobispo virrey de México desterró de México a la famosa Güera Rodríguez y desde su destierro le hizo una revolución”.
La histórica carta termina con este insulto: (…) “las mujeres de moral relajada, preciadas de buenas mozas y habituales a las intrigas de gabinete son más perjudiciales que un ejército de conspiradores”.
Las pruebas lo dicen todo. El presidente Rocafuerte, déspota ilustrado, por miedo no dejó entrar al Ecuador a Manuela Sáenz.
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