viernes, 27 de marzo de 2020

“Con Velasco churrasco, con Arroyo ni bollo”, fue el grito del pueblo el 28 de mayo de 1944

Velasco Ibarra


Después del descalabro de 1941, cuando nos impusieron en 1942 el írrito protocolo de Río de Janeiro a favor del Perú, el pueblo detestaba al presidente Carlos Arroyo del Río y veía en José María Velasco Ibarra al Profeta salvador de la Patria. “Con Velasco churrasco, con Arroyo ni bollo”, repetía incesantemente el ingenio popular. Aquella ocasión la gastronomía estableció la preferencia que debía sacarnos de la crisis. 

Carlos Arroyo del Río

El cura y el comunista se hermanaron para botar a Arroyo. Después del 28 de mayo de 1944, hubo churrasco, hubo Velasco en el poder. Pero la alegría en la casa del pueblo duró poco. Velasco, que había manifestado que tenía el corazón a la izquierda, se declaró dictador arguyendo “la insuficiencia de las leyes”. 

Desconoció la Constitución de 1945, redactada por una asamblea eminentemente progresista, integrada por personajes como Enrique Gil Gilbert, Francisco Arízaga Luque, Leopoldo Benites Vinueza, Franklin Pérez Castro, Carlos Cueva Tamariz. Vapuleó a todos, incluso a los religiosos, de quienes dijo: “Los curas no son más que unos ciudadanos que visten de manera estrafalaria”.

La transformación política, conocida como “la gloriosa”, fue traicionada por el “Loco”, apelativo con el que también el pueblo identificó al político populista de verbo inflamado, dedo índice en alto, “domador de multitudes y rey del balcón”.



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