Era un rincón bohemio muy famoso
que fundo un vaporino jubilado, Pedro Espinoza Martínez, en las calles
guayaquileñas Gómez Rendón y Esmeraldas; una gorra de marino distinguía a este
personaje en 1955.
Para ingresar por primera vez a
este rincón, los artistas debían ser bautizados por el actor cómico Lucho
Gálvez, quien desempeñaba las veces de sacerdote; la ceremonia consistía en beber
un vaso lleno, de un solo golpe, del fuerte licor de la época: Perla, que venía
envasado en una botella de color verde, que el pueblo llamó “aguacate”, por la
similitud en la forma con esta fruta.
El ambiente festivo lo alegraban
dúos y tríos que ahí ofrecían pasillos, valses, boleros, tangos, baladas; a
veces un experto acompañaba con un arpa a los solistas.
Concurrió ahí la gente de las
clases media y alta para solicitar melodías y cantar; no se produjeron discusiones
ni peleas, como en otros lugares de diversión.
Los artistas que visitaban Guayaquil
por sus trabajos concurrían al Patio de Pedrito después de sus actuaciones.
Cierta vez llegó ahí Julio
Jaramillo acompañado del trio peruano Los Embajadores Criollos, que dieron un
concierto inolvidable de valses criollos, entre aplausos y vasos de cerveza y
licor.
Poetas, cantores, intelectuales,
actores, políticos, radiodifusores visitaron el rincón y dejaron sus nombres y
firmas en un libro de visitas: Daniel Santos, Piero, Leo Marini, Celia Cruz,
Alci Acosta, Carlos Rubira Infante, Pepe Jaramillo (cantantes), Carlos Julio Arosemena
Monroy (político), Luis Peñaherrera Bermeo y Luis Burgos Flor (pintores), Julio
Alemán (actor mexicano de la época de oro), Pedro Enrique Rivadeneira (poeta)…
Luis Burgos Flor, pintor |
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