lunes, 20 de abril de 2020

La poetisa Dolores Veintimilla pagó con suicidio ser precursora de la abolición de la pena de muerte.



A mis enemigos

¿Qué os hice yo, mujer desventurada,
que en mi rostro, traidores, escupís
de la infame calumnia la ponzoña
y así matáis a mi alma juvenil?

¿Qué sombra os puede hacer una insensata
que arroja de los vientos al confín
los lamentos de su alma atribulada
y el llanto de sus ojos? ¡ay de mí!

¿Envidiáis, envidiáis que sus aromas
le dé a las brisas mansas el jazmín?
¿Envidiáis que los pájaros entonen
sus himnos cuando el sol viene a lucir?

¡No! ¡no os burláis de mí sino del cielo,
que al hacerme tan triste e infeliz,
me dio para endulzar mi desventura
de ardiente inspiración rayo gentil!

¿Por qué, por qué queréis que yo sofoque
lo que en mi pensamiento osa vivir?
Por qué matáis para la dicha mi alma?
¿Por qué ¡cobardes! a traición me herís?

No dan respeto la mujer, la esposa,
La madre amante a vuestra lengua vil...
Me marcáis con el sello de la impura...
¡Ay! nada! nada! respetáis en mí!

Recordemos que en 1871 se instituyó la pena de muerte en el Ecuador y en 1906 desapareció para establecer infracciones con penas de reclusión mayor y menor. La poetisa y escritora Dolores Veintimilla de Galindo (1829-1857) fue la precursora de la lucha por la abolición de la pena de muerte. Defendió a la población indígena; también fue la precursora del romanticismo en el Ecuador.

El 20 de abril de 1857 fue fusilado el indígena Tiburcio Lucero en Cuenca. Lo acusaron de supuesto parricidio. Dolores Veintimilla publicó una Necrología en la que se proclamó en contra de la pena de muerte. La sociedad entonces la condenó. No la perdonaron; Fray Vicente Solano, defensor de la pena de muerte, también la atacó.

Dolores Veintimilla tenía 28 años de edad cuando decidió suicidarse con veneno por tanta incomprensión. Su muerte no contribuyó a que cesara el odio. Fray Vicente Solano, cual neurótico, siguió con su tema en el periódico La Escoba. Escribió: “En nuestro siglo hay una tendencia marcada a la abolición de la pena de muerte y esto no puede provenir, sino de las cosas, o del desprecio a la religión o del deseo de ver trastornada la sociedad con la impunidad de los crímenes. Esta mujer, con tufos de ilustrada había hecho apología de la pena de muerte. Se suicidó con veneno porque no pudo sostener su cuestión contra los que había atacado”.

El cadáver de Dolores Veintimilla fue arrojado a la quebrada Supay Huaicu en la ciudad de Cuenca. En el mismo lugar, 30 años más tarde, echaron el cadáver de Luis Vargas Torres, quién fue fusilado el 20 de marzo de 1887; ni siquiera les permitieron la entrada al cementerio.

El literato y crítico Guillermo Humberto Mata en un ensayo sobre Dolores Veintimilla escribió: “Dolores fue impelida (incitada, estimulada) a suicidarse por acoso y hostigamiento de cierta clase de sujetos indignos de la cuencanidad”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

“El chivo expiatorio”

  Decenas de veces he oído la expresión “El chivo expiatorio”, pero confieso que no me había percatado de cuál es su origen; pues bien, la...