La conoció en Quito. Bolívar entró en esta ciudad el 22 de
junio de 1822. La quiteña observaba en el balcón el paso triunfal del
Libertador. En el baile en honor a Bolívar, presentan a Manuela al Libertador.
Nace un romance apasionado. Los quiteños murmuran. Manuela se une al ejército
de Bolívar. Él cree en ella. Manuela lleva el archivo del general y le informa
de todo.
Después Manuela quedó en la pobreza, pues perdió las
propiedades que tenía en Quito por seguir al Libertador. Despreció toda ayuda
económica que el doctor Thorne intentó darle. No había aceptado, antes de que
Bolívar muriera, volver con él. Vivía pobremente en Paita de las manualidades
que hacía y de la preparación de dulces. Fue madrina de los niños del lugar que
llevaban los nombres de Simón o Simona.
Cuando Thorne murió, en 1841, la nombró heredera universal
de sus bienes que eran cuantiosos, pero ella no los aceptó. Murió contagiada de
difteria, el 23 de septiembre de 1856, después de veintiún años de destierro en
Paita. El cuerpo de Manuela fue a dar a la fosa común.
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