lunes, 12 de octubre de 2020

El amor prohibido de Bolívar y Manuela


Bolívar fue el amor más importante de la quiteña Manuela Sáenz. Y Manuela la pasión suprema de Bolívar. Manuela no fue muy querida por un sector del país porque abandonó a su esposo, el médico inglés James Thorne, para mantener durante casi una década una relación apasionada con el Libertador. Le tocó vivir la gloria y la miseria.

La conoció en Quito. Bolívar entró en esta ciudad el 22 de junio de 1822. La quiteña observaba en el balcón el paso triunfal del Libertador. En el baile en honor a Bolívar, presentan a Manuela al Libertador. Nace un romance apasionado. Los quiteños murmuran. Manuela se une al ejército de Bolívar. Él cree en ella. Manuela lleva el archivo del general y le informa de todo.

Después Manuela quedó en la pobreza, pues perdió las propiedades que tenía en Quito por seguir al Libertador. Despreció toda ayuda económica que el doctor Thorne intentó darle. No había aceptado, antes de que Bolívar muriera, volver con él. Vivía pobremente en Paita de las manualidades que hacía y de la preparación de dulces. Fue madrina de los niños del lugar que llevaban los nombres de Simón o Simona.

Cuando Thorne murió, en 1841, la nombró heredera universal de sus bienes que eran cuantiosos, pero ella no los aceptó. Murió contagiada de difteria, el 23 de septiembre de 1856, después de veintiún años de destierro en Paita. El cuerpo de Manuela fue a dar a la fosa común.

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